Nos están matando la Esperanza
783 niñas y niños palestinos han muerto en la franja de Gaza por los ataques del ejército Israelí en contra del pueblo Palestino durante el periodo 2000-2010, de los cuales 433 fueron durante los 2 últimos años (2008-2010)[1].
En Afganistán murieron 153 menores de edad en 2009, de acuerdo con reportes periodísticos. Estas muertes fueron ocasionadas por los ataques del ejército estadounidense y sus aliados del Reino Unido en la ocupación colonial que sostienen en contra de éste país.[2]
En México, La Red por los Derechos de la Infancia menciona que aunque ninguna fuente oficial a dado a conocer la cifra exacta de niños, niñas y jóvenes asesinados, se han contabilizado por seguimiento periodístico la muerte de 159 menores de edad sólo en 2010; y 1059 en lo que va del sexenio[3] …de Felipe Calderón por supuesto.
Podemos decir entonces que, México, sin vivir una ocupación militar extranjera, registra (extraoficialmente) un mayor número de muertes de niños, niñas y jóvenes en una peculiar guerra, creada y promovida por el mismo Estado.
La gravedad de las cifras debería poner a temblar a cualquiera, sobre todo cuando observamos que es el mismo gobierno, con ayuda de todo su aparato represor, quien está alentando una masacre sin precedentes en el mundo.
Hasta hace muy poco, la opinión generalizada de la terrible situación que atraviesa el país, giraba en torno a la idea del “Estado fallido” o en la incapacidad de la clase gobernante para detener la terrible ola de violencia que se ha desatado en el país. Sin embargo, la trágica experiencia de Cd. Juárez desmiente esta supuesta incapacidad, pues como ha sido denunciado públicamente, no se trata de un estado fallido, puesto que los aparatos de ejercicio del poder y de la fuerza Estatal funcionan, lo triste es que están al servicio de los intereses de los grupos criminales que nos mal gobiernan.[4]
El movimiento social en esta ciudad rechaza tajantemente que se trate de una guerra real en contra del narcotráfico, que todo es más bien una perversa simulación en la cual están involucrados intereses trasnacionales en el origen del conflicto. En una reciente declaración, el Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez (FPC) menciona que, la intención de tantas ejecuciones, no es otra que sembrar el terror entre la población para así crear un escenario favorable a los intereses intervencionistas norteamericanos, muy ligados a la iniciativa Mérida o (Plan Colombia II).
También alertan a la población mexicana a no caer en esta simulación de la tesis del narcoterrorismo, pues para el FPC, el terrorismo viene de parte del Estado, que por medio de la paramilitarización y escuadrones de la muerte, buscan atemorizar y paralizar (al grado de shock), a la mayoría de la población Juarense, como su único objetivo.
Habrá que agradecer a los compañeros de Ciudad Juárez la claridad de sus advertencias, pues sólo quienes están viviendo esa realidad, los que viven el dolor de tanta sangre derramada, pueden entender y explicar mejor que nadie su magnitud y consecuencias
Pero también es cierto, que lo que hoy se vive en Ciudad Juárez, o en el norte del país, es una realidad que se repite en todo el territorio nacional. Lo destacable de la declaración Juarense, es la ratificación de lo que desde el Movimiento Social se ha venido denunciando desde hace algunos años, principalmente desde el 2006 con el ataque al combativo pueblo de Atenco: La criminalización y el castigo al descontento social cuando éste interfiere con los intereses del nuevo capitalismo trasnacional.
Pronunciamientos, análisis, denuncias sobre este hecho, sobran y seguramente se seguirán haciendo dadas las circunstancias. El problema es que éstas declaraciones no han tenido la suerte de ser muy difundidas en los medios de (des)información. Así que en esta ocasión quisiera orientar mi reflexión al papel que están jugando los niños, las niñas y los jóvenes en todo este contexto de muerte, donde son precisamente ellos y ellas, lo que están llevando la peor parte.
Retomando el caso de Atenco en 2006, observamos cómo en ese entonces la fuerza pública de los tres niveles de gobierno, inauguraron un experimento represivo sin precedentes en nuestra historia, donde el castigo o escarmiento gubernamental, dejo de dirigirse solamente a los luchadores sociales, sino que se extendió a toda la población involucrada, o no, en el conflicto; y en donde no hubo miramientos para detener, atacar y torturar tanto a adultos como a niños, niñas y jóvenes.
También en 2006, durante el movimiento magisterial de la APPO, los niños y niñas que acompañaban a sus padres en las marchas, fueron víctimas de la violencia desmedida que se desplegó en contra de los manifestantes. Niños, niñas y jóvenes fueron detenidos y golpeados de igual forma que sus padres o parientes y la detención de los jóvenes destaca por su particular saña. Tal vez la muerte más simbólica durante el conflicto de la APPO, sea el asesinato del joven periodista y querido compañero Brad Will, que a la fecha sigue sin recibir justicia.
También en Oaxaca, el 5 de junio del 2007, las jovencitas, Daniela y Virginia Ortíz Ramírez, pertenecientes al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui, son desparecidas en un contexto de violencia sin precedentes en la zona Triqui.
Como parte de este contexto, el 07 de abril 2008, son asesinadas por paramilitares: Felícitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Flores, jóvenes locutoras de Radio Copala, la Voz que rompe el silencio.
El 13 de junio del 2009, muere asesinado el niño Epifanio Celestino Bautista, de 13 años de edad, y su hermana Paulina Celestino Bautista, de 17 años, resulta herida de bala cuando un grupo de paramilitares atacó el cabildo municipal. Ambos chicos eran hijos de la autoridad autónoma de San Juan Copala.[5]
Ya fuera de Oaxaca, el 06 de Octubre del 2008, en reclamo por la Alianza Educativa entre Calderón y Elba Esther Gordillo, cientos de maestros y habitantes del pueblo de Xoxocotla en el Estado de Morelos, fueron repelidos por fuerzas federales con golpes y allanamiento de moradas en contra de los pobladores que se solidarizaron con el movimiento. De igual forma, militares lanzaron desde helicópteros gases lacrimógenos y gas naranja, comúnmente utilizado en las guerras, afectando con ello al contingente compuesto, en buena parte, por maestras disidentes y sus hijos.
El 09 de junio del 2009, un comando armado compuesto por 500 elementos entre militares y policías, entró con lujo de violencia a las comunidades de Puerto las Ollas y las Palancas en la sierra de Guerrero, con el fin de intimidar a la población y capturar a campesinos ambientalistas. En dicha intervención capturaron a 2 niños que fueron torturados por elementos del ejército mexicano con la intención de que confesaran la localización de los hombres de la comunidad que habían huido a la montaña por defender su tierra y territorio del despojo y tala inmoderada del cacique de la zona, Rogaciano Alba[6].
Meses más tarde, en Octubre de ese mismo año, la comunidad de las Calaveras, a 4 Km. de Puerto las Ollas, sufre la emboscada y asesinato de 3 jóvenes de 19, 17 y 15 años de edad, ejecutados por paramilitares, identificados con nombres y apellidos, pero que a la fecha siguen prófugos de la justicia[7].
En 2010, el espiral de violencia institucional contra la infancia mexicana parece no tener fin, no sólo en el contexto de la movilización social, sino que esta violencia ha dejado correr el hilo en casos ominosos como el de los 49 niños y niñas calcinados en la guardería ABC en Hermosillo Sonora, los 7 adolescentes asfixiados en la discoteca New´s Divine, la desaparición de niños y niñas de casas de resguardo institucional como Casitas del Sur en el DF o CAIFAC en Nuevo León.
Y en el contexto de la Guerra contra el Narcotráfico, sólo en este año, han sido representativas las muertes de los hermanitos Martín y Bryan Almanza, asesinados por el ejército mexicano en Tamaulipas, los jóvenes acribillados en las inmediaciones del Tecnológico de Monterrey en NL; los 10 jóvenes preparatorianos masacrados en una fiesta de la colonia Villas Salvácar en Ciudad Juárez, y de nuevo en una fiesta de esta misma ciudad, pero el 23 de octubre de este mismo año, son asesinadas 14 personas, de las cuales 4 eran niños y niñas.
Al día siguiente, el 24 de Octubre, en un mismo día, son ejecutados 13 jóvenes internos de un centro de rehabilitación en Tijuana, 11 jóvenes trabajadores de un auto lavado son acribillados en Tepic, Nayarit, y 6 chavos son baleados en la zona centro del DF.
Mención especial merece la fuerte represión a la que se han visto sometidos los jóvenes del movimiento Anarco-Punk en la ciudad de México. La violencia y el acoso dirigido hacia este sector por su sola apariencia, se ha convertido en práctica cotidiana ejecutada por los elementos de seguridad del DF en contra de estos jóvenes. Casos paradigmáticos han sido las detenciones de jóvenes y adolescentes durante las marchas del 02 de Octubre, en las cuales el encapsulamiento se ha venido denunciando como una táctica contrainsurgente implementada durante las marchas y que tiene por objetivo aislar a una parte del contingente para ser reprimido violentamente y posteriormente detenido y/o desaparecido. El caso de Víctor Herrera Govea, es un ejemplo de esta práctica[8].
Ante este macabro recuento cabe preguntarse: ¿A qué se debe tanta saña dirigida contra los más jóvenes o los más pequeños? Como un intento por explicar tantas muertes de vidas inocentes es que escribo estas líneas, véase esto como una reflexión que busca aportar elementos de análisis que nos permitan explorar salidas y soluciones a esta situación de oprobio e injusticia.
La lógica del capital y la infancia
En esta búsqueda de respuestas, comienzo por analizar el papel que juegan los niños, las niñas y los jóvenes en la lógica del capitalismo. Una “lógica” que todo sabemos se sustenta en la explotación y está básicamente orientada a la obtención de las máximas ganancias…con el menor costo. Una lógica que impone el consumo como modo de vida, pero que sobre todo, impone el valor del dinero por encima del valor de las personas.
Para el capital neoliberal, los niños, niñas y jóvenes pobres, no representan un bien, sino más bien un gasto, puesto que requieren de educación, alimentación, salud, y vivienda (entre otras necesidades), pero no cuentan con los insumos para producirla. Por tanto, la educación, la alimentación, la salud y la vivienda se convierten en privilegios a los que sólo muy pocos podrán acceder. Dejando fuera de estos “privilegios”, a la mayoría de la población infantil y juvenil.
Eso sí, en la diversificación de sus ganancias, el nuevo capitalismo encuentra en los niños, niñas y jóvenes, preciados objetos de consumo. La oferta de productos dirigida a este creciente mercado va, desde sueños y aspiraciones telenovelescos, programas de concurso humillantes, hasta alimentos basura de todo tipo y que se han convertido en los preferidos en el mercado de los que nada tienen.
Por otra parte, la escuela oficial, en coalición y al servicio de los intereses de este capitalismo depredador, se encargará de diseñar programas y curriculas que domestiquen lo suficiente a los niños y niñas, para que en su vida adulta funcionen correctamente en las líneas de producción de las trasnacionales en las que pronto serán explotados, o acribillados en el transporte de regreso a sus casas. Para estos capitalistas, y los gobiernos que los solapan, ser obrero sólo requiere medio leer, medio escribir y medio hacer cuentas. No se requiere saber pensar, analizar, tener sueños, anhelos, dones o aptitudes. De esta manera los capitalistas del nuevo siglo encuentran en la infancia y en la juventud, la mano de obra barata (muchas veces gratuita) y perfecta para la obtención de sus máximas ganancias.
De ahí la inmensidad de niños y niñas jornaleros (mayoritariamente indígenas) que viven en condiciones infrahumanas con altas probabilidades de morir por las altas temperaturas, por las duras condiciones de trabajo o aplastados por los tractores de la agroindustria. De ahí los incontables niños y niñas que día con día van engrosando las filas de paqueteritos o cerrillos que trabajan gratuitamente para las supermercados, con en el beneplácito de la clase empresarial que no paga un centavo por el trabajo de los niños, mucho menos otorgan derechos laborales. No conformes con esto, los supermercados suelen abusar más de los chavitos con actividades extra laborales dentro de los centros comerciales, y todo ello, con la aprobación y aquiescencia del gobierno en turno.
De ahí también que la prostitución y la pornografía infantil sea el segundo negocio más lucrativo en el mundo, después del narcotráfico, pues ¿quién va a detener las redes de trata internacionales si genera tan exorbitantes ganancias?, ¿o quién puede creer que funcionarios de distintos niveles y de distintos gobiernos no estén coludidos con estas millonarias redes de tráfico de personas? Al respecto habrá que recordar las grabaciones entre Mario Marín, ex gobernador de Puebla y Kamel Nacif, empresario explotador con intereses en esta misma ciudad. En dichas grabaciones se evidenció cómo ambos actores se ponían de acuerdo para intimidar y secuestrar a la periodista Lydia Cacho en represalia por describir en su libro los Demonios del Edén, las redes de tráfico y prostitución infantil en la ciudad de Cancún. Algunos de los testimonios de las niñas entrevistadas en este libro, señalan a algunos funcionarios gustosos de estas prácticas sexuales con menores de edad, entre ellos, el ex director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes.
Otro escándalo sexual fue el del señor Tomás Coronado Olmos, procurador de justicia del estado de Jalisco, acusado de abusar sexualmente de varias adolescentes y además de participar en orgías con menores de edad junto con sus amigos y funcionarios de su jurisdicción. Ante ello, el gobernador de este mismo estado, Emilio González, fungió como un importante protector de su gabinete encubriendo al depredador sexual.
El abuso de poder hacia los más débiles, es una aberrante práctica de la que tampoco escapa la jerarquía católica, tanto nacional como internacional. Y es apenas, en pleno siglo XXI cuando están saliendo a la luz los miles de casos de abuso sexual perpetrado por curas y/o sacerdotes de la iglesia católica en contra de los niños y niñas que quedaban a su merced en los servicios religiosos orientados hacia la infancia. Estas deleznables prácticas fueron conocidas y encubiertas durante muchos años por la estructura de la jerarquía católica del más alto nivel
Todo ello, todos esos millones, todo ese dolor, a costa de los cuerpos, del sufrimiento y de la muerte de millones de niños, niñas y jóvenes que en este planeta, incluyendo nuestro país, vinieron a sufrir y no a construir el futuro de su propio mundo.
Antes del 2006, tímidas noticias nacionales narraba en los diarios cómo cientos de niños y niñas migrantes (la mayoría de origen indígena) se quedaban varados en las líneas fronterizas en busca de su familia al otro lado de la frontera. Como suele pasar, dichas noticias pasaron desapercibidas, y al poco tiempo, México despertó bañado en sangre inocente.
Peor aún fue la reacción que como sociedad se tuvo, llamándose sorprendida al no creer o condenar el hecho de que fueran niños y jóvenes quienes llevan a cabo las innumerables transacciones de narcomenudeo en el país.
No debe ser fácil, pensar, imaginar, las dificultades por las que puede atravesar un niño, una niña, en medio de una ciudad que no conoce, sin un lugar a donde ir, sin conocer a nadie, con hambre, con frío, tal vez enfermo, tal vez padeciendo una reciente pérdida o abuso. La condena no se hizo esperar, la matanza se veía venir y esta falsa guerra contra el narcotráfico ha encontrado a sus principales víctimas y victimarios: los jóvenes, los niños y las niñas.
Por eso, los niños, las niñas y los jóvenes son para el gobierno y el capital neoliberal (que son una y la misma cosa): desechables, daños colaterales, objetos sin valor, que bien vale la pena sacrificar en el sostenimiento de un sistema de explotación que a la vez mantiene los privilegios de la clase en el poder.
Esta valorización de los niños, niñas y jóvenes, también es posible gracias a la arcaica concepción que se tiene de ellos en este país, y todavía en buena parte del mundo. Y es la idea de que los más jóvenes son concebidos y tratados como objetos de uso, o de abuso según sea el caso. No son concebidos como sujetos, como personas.
En 1989 la Convención de los Derechos del Niño lanza el concepto de los niños y niñas como sujetos de derecho. Es decir, los niños, niñas y adolescentes entran en la categoría de personas, al igual que los adultos. Ante semejante cambio de paradigma, uno pensaría que el trato o concepto hacia la infancia sería distinto, al menos en el nivel teórico. Pero a la fecha, la situación de los niños y niñas poco o nada cambiado. Baste mencionar que la gran mayoría (por no decir que todos) los juzgados, los Ministerios Públicos, los jueces y hasta los abogados más renombrados, desconocen o entienden, mucho menos aplican, esta nueva disposición. Así que los niños y las niñas siguen siendo tratados como objetos, tutelados por algún adulto, considerados incapaces, sin derecho a defenderse o a creer en su palabra.
No obstante, dicen “los que saben”, sobre todo los organismos internaciones encargados de proteger a la infancia, que a partir de la Convención se ha cambiado “significativamente” la idea o el trato que se tiene hacia los más jóvenes. ¿Será esto realmente cierto? En el caso de México, la representación de estos organismos internacionales ha destacado por su ausencia, omisión y un silencio cómplice que deja en total desamparo a la población infantil y juvenil de este país.
Tal vez habría que encaminar la pregunta hacia quién o quiénes financian a este tipo de organismos y en qué medida sólo sirven como costosos adornos encargados de mantener limpias las buenas conciencias del capital trasnacional.
La lógica del narco y los jóvenes
Todo indica que la lógica del narco es la misma que la del capital: obtener la máxima ganancia. Y como el gobierno está al servicio del capital, en este juego de inferencias lógicas, resulta altamente probable que el gobierno también esté al servicio del narcotráfico. Así que tal vez, “sólo tal vez”, el capital, el gobierno y el narcotráfico, son una y la misma cosa. La única diferencia es que el narcotráfico, está proporcionando a los niños y jóvenes pobres de este país, una expectativa de vida, por frágil y peligrosa que ésta sea. Ofrecimiento que los chavos están aceptando sin cortapisas.
De cualquier forma, no estaría demás preguntarles a los propios chavos involucrados en estas “actividades ilícitas”, ¿qué esperan obtener de ellas?, ¿cuáles son sus expectativas de vida?, ¿qué no tenían antes que tienen ahora?, ¿vale la pena correr el riesgo? Por lo pronto, las cifras de tantos jóvenes asesinados, parecen confirmar estas preguntas.
Al momento, los niños y los jóvenes son para el Narco, la carne de cañón en sus peligrosas transacciones, los centros de narcomenudeo en las esquinas de las colonias, las redes de comunicación y vigilancia de la organización, la fuente del conecte laboral. Son querámoslo o no, los cuerpos que dan estructura a una parte de la organización.
De lo anterior se infiere que algunos de estos jóvenes pueden tener información sobre la identidad de algunos personajes involucrados en este lucrativo negocio. Las matanzas en los Centros de Rehabilitación de varias ciudades del país, pueden responder al temor de varios de estos actores (narcotraficantes, policías, militares, servidores públicos), porque estas redes de complicidades no se den a conocer.
La lógica de la Lucha Social, los niños, las niñas y los jóvenes
La reflexión vuelve a girar en torno al mundo de las representaciones, y en este sentido tratar de entender qué representan los niños, niñas y jóvenes para el movimiento social.
Desde esta perspectiva, los niños, las niñas y los jóvenes son y representan: los sueños, los anhelos, la esperanza, la alegría de vivir, la libertad, la búsqueda de justicia, la valentía, la fuerza, la acción, la juventud, el sentido crítico, el pasado, el presente y el futuro.
Los niños, niñas y jóvenes representan para el movimiento social todo aquello por lo cual se lucha, y son precisa y mayoritariamente los jóvenes quienes dan cuerpo, motor y sentido a la misma.
Para el Estado, en comunión con el capital, al reprimir o aniquilar a los jóvenes, a los niños y niñas, aniquilan al mismo tiempo lo que es y significa el descontento social, aniquilan el motivo de su lucha. Desaparecida la base de su existencia, el movimiento social tiene muy pocas expectativas de subsistencia. Por eso resultan tan peligrosos los jóvenes, por eso ahora resultan tan vulnerables los más pequeños, porque quieren matarnos la esperanza.
La autonomía Zapatista y los niños, las niñas y los jóvenes
Y es también por eso que la autonomía zapatista resulta tan peligrosa para el capital, para el mal gobierno, para el narcotráfico, para los verdaderos asesinos. Porque las comunidades indígenas zapatistas están llevando a cabo los sueños de los más pequeños, están haciendo realidad lo que antes se pensaba inalcanzable.
Antes de 1994, los indígenas zapatistas vivían al servicio de la lógica del mal gobierno, morían, para que éste viviera. Hoy, después de 1994, los niños, las niñas y los jóvenes indígenas zapatistas han dejado de morir, para vivir ellos.
Hoy, los niños y las niñas indígenas zapatistas ya no mueren por enfermedades curables como gripa o infecciones estomacales. Hoy los niños y niñas zapatistas, pueden ir a aprender su propia y verdadera historia en las escuelas autónomas zapatistas. Hoy como siempre, los niños y las niñas son, para las comunidades indígenas, lo más importante, son la semilla que pronto dará fruto, una enseñanza aprendida de la madre tierra.
En cuanto a los jóvenes, para las comunidades indígenas zapatistas, son: los promotores de educación, que igual enseñan a grandes y a chicos en las escuelas autónomas. Son las y los promotores de salud, que atienden en las clínicas de sus comunidades. Son los jóvenes indígenas quienes hacen los medios comunicación y programas de radio para las comunidades. Son cada vez más los jóvenes, los representantes de las Juntas de Buen Gobierno. Son los milicianos y las milicianas, son lo más valioso y activo del movimiento.
Puede ser que en esto radique la diferencia….
Se trata pues de la contraposición de un modelo que impone a los niños y niñas como objetos desechables y de abuso, frente a otro modelo que coloca a los niños, a las niñas y a los jóvenes en la palestra.
Como sociedades, como personas adultas, tenemos la opción y la obligación de decidir cuál modelo queremos vivir. Hasta ahora el primer modelo ha sido dominante en la historia de la humanidad, con las funestas consecuencias que todos conocemos. Habrá que empezar, ya, a construir y a luchar por ese otro mundo, donde quepan los más pequeños.
Niñas y Niños en La Otra Campaña-DF
chavitosenlaotra@hotmail.com
23 Noviembre 2010
[1] Defence Children Internacional-Palestine Section (http://www.dci-pal.org/)
[2] http://www.publico.es/Internacional/297699/los-aliados-mataron-a-153-ninos-en-afganistan-en-2009
[3] http://www.derechosinfancia.org/
[4] Frente Plural Ciudadano. Pronunciamiento 09 Noviembre 2010. Ciudad Juárez, Chihuahua.
[5] CIMAC Noticias, 19 junio 2009.
[6] Tomado Informe Limmedh, 19 junio 2009
[7] Boletín de Prensa TADECO, A.C. 07 Noviembre 2009
[8] Valga este breve recuento sin la intención de omitir los casos que falten por mencionar en este escrito.